Los muebles gozan de gran
popularidad entre los “cazadores” de antigüedades, sobre todo porque una buena
restauración puede devolver a su uso original a cualquier pieza dado que por la
calidad, materia y cantidad de formas y estilos son resistentes al paso del
tiempo.
En cuanto al mobiliario hay
que tener en cuenta:
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La solidez
de la pieza
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Que los
elementos de metal, herrajes, no estén oxidados
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Que el
desgaste de la trasera del mueble sea la que le corresponde, desconfía de las
traseras demasiado lisas
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Si se trata
de un mueble artesanal, anterior a 1840 ten en cuenta que debe presentar las
irregularidades de lo hacho a mano
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Como en
todos los casos de antigüedades, el estado de la pieza marcará la diferencia
Maderas
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Amboina:
similar al nogal se usó en Europa y Estados Unidos sobre todo para chapar, sobre
todo a comienzos del XIX
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Caoba:
madera densa y dura muy popular a principios del XVIII, de color rojizo muy
valorada por su robustez
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Castaño:
similar al roble fue muy utilizada en mobiliario rústico inglés y francés
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Cerezo: de
color rojo anaranjado, dura de uso muy extendido e finales del XVIII en Francia
y América
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Ébano: madera
noble de color negro muy utilizada para adornos aunque se pueden encontrar
piezas del XVII con un chapado completo
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Fresno:
parecido al olmo, más rojizo
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Haya: pálida
y fuerte muy usada para mueble rústico barato y sillas
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Nogal: se usaba
antes de imponerse la caoba como moda así que su uso fue más generalizado hasta
mediados del XVIII
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Olmo:
similar al roble muy usada en sillas Windsor y cómodas
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Palisandro:
de color rojo claro marrón con vetas violetas
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Pino: blanda
de color claro usada para la elaboración de muebles rústicos
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Roble:
madera dura y fuerte muy usada a lo largo de la historia, bastante resistente a
la carcoma