BARGUEÑOS



Si hay una pieza de mobiliario antiguo que siempre que la veo llama mi atención es un bargueño, ya sea un desembalaje o un anticuario el bargueño cobra protagonismo allí donde esté expuesto.


Puede que sea por el misterio de los secretos que haya podido contener, a quién no le gusta el misterio de un secreto?  Los cajones escondidos para los documentos que alguien consideró suficientemente  valiosos como para guardarlos en lugar seguro o las joyas, recuerdos, tal  vez, de un amor escondido.


Sobre sus orígenes hay varias teorías, si bien en general se considera un mueble español, se conserva en el Victoria and Albert Museum un mueble proveniente de china que lo pondría en duda, se trata de una pieza lacada del siglo XV que reúne las características y estructura de lo que hoy llamamos bargueño y que podría haber llegado a Europa desde China a través de Venecia y de allí a España.
Otra teoría situaría sus orígenes en Cataluña y la base serían las arcas de novia que habrían sufrido una transformación.
Y otra teoría sitúa sus orígenes en las arquillas mudéjares que ya tenían la estructura de cajoncitos y tapa.


El término bargueño para referirse a estas hermosas piezas no se da hasta el siglo XIX, anteriormente se habían inventariado como escritorios o arquillas para hacer referencia a un mueble donde guardar escrituras documentos importantes y en los fabricados para ello, guardar joyas.


En cuanto a su nombre, como no podía ser menos también hay controversia. En  principio se atribuye su nombre al pueblo de Bargas (es lo más extendido) aunque según apunta Casto Castellanos Ruiz, director de la escuela de arte y antigüedades, en la época, finales del XV principios del XVI no había talleres de carpintería en la zona aunque sí un artesano ebanista toledano apellidado Vargas a quien se podría atribuir, de ahí que se cataloguen como bargueños o vargueños, con v o b indistintamente.



En principio la madera más utilizada para la fabricación de los bargueños fue el nogal con incrustaciones de hueso de vaca (no se utilizaba el marfil) y boj. Más tarde y tras la llegada de maderas más exóticas en el siglo XVI se introdujeron variaciones con maderas como ébano o caoba por ejemplo y se empezaron a dar también las incrustaciones de marfil o carey.



Un tipo de bargueño fácilmente reconocible y llamativo es el granadino caracterizado por la técnica de taracea de influencia musulmana.



El interior de estos muebles se solía forrar en terciopelo y en menor medida en cuero, con colores como el verde, azul, rojo e incluso negro. Si un bargueño conserva el terciopelo original es buena señal ya que posiblemente no haya sido restaurado, aunque lo difícil es encontrarlos con las cerraduras originales.



En cuanto al tamaño los había pequeños que normalmente eran los que hacían funciones de joyeros o escritorillos femeninos, los medianos de unos 60cm., los normales de alrededor de 1m. y los grandes con un tamaño de hasta 1,80m. y con un número de cajones que varía según la época y el estilo.
Como siempre las mejores piezas son las mejor conservadas sin ningún tipo de restauración y las de menor precio las sometidas a una mala restauración en la que “no cuadren” los elementos, a la hora de su adquisición hay que comprobar que su estructura es sólida porque de normal es un mueble que ha sufrido mucho en traslados y los más antiguos llevan estructura ensamblada.

Y aquí te dejo con los que me he ido encontrando y me han ido enamorando de desembalaje en desembalaje.


Antiguedades Francisco Lisarri